“De los últimos tres años se perdió uno entero de agua”, aseguró climatólogo y remarcó que el fin del fenómeno “La Niña” no implica el final del déficit hídrico. Cómo impacta este proceso en los cultivos.Esta semana, diferentes organismos oficiales agrupados en la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías, informaron la finalización del fenómeno climático de “La Niña”, y agregaron que el pronóstico presenta una muy alta probabilidad a que “se mantenga la fase neutral al menos hasta el inicio del invierno austral”Hay que recordar que la situación climática adversa afectó durante tres años consecutivos a nuestro país y lo llevó a sufrir una de las peores sequías de la historia. Si bien este evento natural culminó, esto no significa el final del déficit hídrico ni cambios inmediatos en la situación del campo argentino, pero sí genera un cambio de perspectivas.La Niña se da cuando la temperatura del Océano Pacífico Central se ubica por debajo de los niveles normales y, en nuestro país, eso genera lluvias menores a los promedios históricos, que tras tres años consecutivos produjo una sequía de dimensiones cuasi catastrófica. En los últimos meses el mar fue ganando grados hasta alcanzar una situación normal, por lo cual se pasó a un escenario neutral, que traería consigo un régimen de precipitaciones acorde a los registros históricos.
El climatólogo Leonardo De Benedictis indicó a Infobae que pasar del fenómeno de La Niña a una situación de “normalidad” implica un cambio en la circulación atmosférica generando una distribución diferente de la humedad, que en el caso de pasar a un escenario neutral, como en el que nos encontramos, será más positiva que en los meses anteriores.
No obstante, el especialista marcó como un “proceso” este cambio de condiciones que “lo que va a ir haciendo en lo que queda de marzo y fundamentalmente en abril y mayo es ir mejorando el nivel de lluvias. Pero va a ser muy difícil poder recuperar todo aquello que perdimos en estos tres años. En dos meses no va a estar la solución, pero va a ser más favorable, con mayor actividad de lluvias”.En este sentido, también puntualizó que si bien hay zonas que muestran cierta heterogeneidad en cuanto a la disponibilidad de humedad, «de los últimos tres años se perdió uno entero de agua. Hay un año entero de agua perdida. Cuando pensamos que se normaliza el sistema de lluvias, se va a tardar mucho en que se recompongan los suelos. Es algo lento”.En cuanto a las temperaturas que se pueden registrar en los próximos meses, De Benedcitis indicó que también habrá cambios, ya que “la variabilidad térmica empieza a reducirse un poco, con temperaturas un poco más constantes, sin tantos picos. La magnitud de las olas de calor y frío se reducen. Esto no quiere decir que no sucedan, sino que la cantidad y la intensidad suelen ser menos fuertes que cuando estamos en La Niña. Eso se va a ver en otoño e invierno, del cual no se espera que sea tan riguroso”.
Cómo impacta este proceso en los cultivos
La agricultura, en especial la concerniente a los granos, fue una de las actividades más golpeadas por La Niña. De hecho, la cosecha de trigo concluyó como un “desastre productivo” con un volumen 50% inferior a lo que se pensaba recolectar, mientras que con la soja se encamina a finalizar con un panorama similar, ya que tras sendos recortes hoy se espera trillar solo 25 millones de toneladas, su peor marca en más de 20 años, solo para citar algunos ejemplos.
Es por eso que la atención del sector está centrada en las próximas lluvias que se puedan dar para poder dotar de un piso a los rendimientos de soja y maíz, como así también en generar las condiciones adecuadas para la próxima campaña de trigo, que comienza a mediados de junio.
“Las lluvias, de producirse, llegarán tarde. Todos los cultivos que todavía están en carrera, como en el oeste y sur de Buenos Aires, gran parte de Córdoba y en el noreste del país, las precipitaciones pueden ser bienvenidas, les pone un piso a los cultivos, pero en la zona núcleo, Santa Fe y Entre Ríos no van a recomponer la situación. Está todo muy deteriorado”, indicó la jefa de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Cecilia Conde.Con una actual campaña agrícola en su tramo final, el próximo ciclo para el trigo se presenta como una oportunidad de recuperación para el sector productivo. Pero será vital que se produzcan lluvias para que se pueda dar la siembra, y, según comentó Conde, el volumen de agua necesario “debe ser, por lo menos, de entre 200 a 300 milímetros”. Dichas precipitaciones deben suceder “durante el otoño, hasta mediados de junio, que es cuando comienzan las siembras de los granos finos (trigo y cebada). En los dos meses y medio que quedan se precisa acumular, por lo menos, 200 milímetros de agua. Y eso es lo que no está claro que suceda”, alertó.
Según Conde, si se consigue ese volumen de lluvias, “se va a sembrar, pero es imperante esa cantidad de agua. Y por supuesto, necesitamos que llueva en primavera, pero es primordial que llueva ahora, porque el invierno normalmente es seco. La fina se hace con el agua del otoño y cuando el cultivo comienza con su etapa de mayor demanda coincide con la primavera, que es cuando se retoman las precipitaciones”.
“La sequía no se acabó”
Para el director de la consultora Zorraquín + Meneses, Teo Zorraquín, que se haya anunciado de manera oficial el fin de La Niña “es una broma de mal gusto”, ya que “la sequía no se acabó”. Bajo ese contexto, el especialista entiende que, si bien la situación no es heterogénea en todas las zonas productoras del país, en la próxima campaña agrícola, “desde las intenciones se va a sembrar todo lo que se pueda a medida de que haya humedad”.
“Más allá del clima y de las decisiones del Gobierno y de la macroeconomía endeble, en todos los empresarios agropecuarios la decisión es no bajarse y la intención es sembrar lo que pueda, como así también sostener, en el caso de ganadería, la mayor cantidad de cabezas que se pueda”, dijo Zorraquín. Si bien para el consultor la expectativa en el sector “es mejor porque todos los pronósticos indican que estos próximos meses se pasa a neutro y en primavera a Niño”, remarcó que “la siembra de trigo, si no hay recarga fuerte de perfil de suelo con agua en los próximos dos meses, se va a complicar y pasará más a la gruesa”.
Asimismo, planteó que en algunos casos, la estrategia de las empresas estarán “atrasadas” ya se que “esperando la cosecha y cuánto” se va a obtener. Ante este panorama, previó que “el financiamiento va a ser la pelea del año” y que los productores “van a tratar de aprovechar las ventanas de oportunidad” para acceder a las mejores condiciones, pero advirtió que para debido a los problemas para cerrar “financieramente esta campaña, vamos a ver que haya menos jugadores, menos productores, ya que algunos deberán salir del negocio o achicarse”.