Dentro de los 200 proyectos de vacunas contra el COVID-19 que se realizan actualmente alrededor
del mundo, sólo 15 han superado las primeras etapas. De ellos, dos en particular captaron la
atención del mundo dado que, en menos de un año, ya están realizando testeos en humanos y
podrían concluir el complejo ciclo de producción de una vacuna.
Agencia CTyS-UNLaM – Una de ellas es desarrollada en el Instituto inglés Jenner de la Universidad
de Oxford y la otra es estudiada en Wuhan, ciudad de China donde se detectó el primer caso de
coronavirus. “Lo que ambos equipos buscan es activar ‘los dos batallones de defensa’ que tiene el
sistema inmunológico: el de la Inmunidad Celular, liderado por los Linfocitos T, y el de la
Inmunidad Humoral, formada por los anticuerpos que se desarrollan en los Linfocitos B y son
liberados a la sangre”, explica Eduardo Cozza Buccaro, doctor en Química Biológica de la
Universidad de Buenos Aires y docente de la UNLaM.
El grupo de Oxford University informó los resultados obtenidos de un estudio que incluye a 1077
adultos saludables de entre 18 y 55 años. De esta población, 543 recibieron la vacuna y el resto, un
placebo. “En este caso – apuntó Cozza Buccaro-, el 100 por ciento de las personas mostraron
activación del primer ‘batallón de defensa’ que tiene el sistema inmunológico, el de la Inmunidad
Celular”.
“A su vez, durante los 56 días del estudio, el 90 por ciento de los voluntarios evidenció inmunidad
humoral, es decir, producción de anticuerpos contra las proteínas espiga, las que le dan al virus
forma de corona, y fueron capaces de inactivarlo en ensayos en tubos de ensayo”, explicó Cozza
Buccaro, quien realizó un seguimiento sobre los potenciales desarrollos de vacunas en relación al
COVID-19 junto con la doctora Fabiana Lartigue, decana del Departamento de Ciencias de la Salud
de la Universidad Nacional de La Matanza, y a la doctora Gabriela Lourtau, secretaria académica
de dicho Departamento.
Una cuestión que todavía no está completamente resuelta en ninguno de los equipos es el de la
concentración y cantidad de dosis que debe darse con la vacuna. “Cuando se aplicó una segunda
dosis de la vacuna inglesa, los anticuerpos fueron más efectivos contra el virus y su producción fue
más elevada. Se espera que puedan resolver estas dudas en la tercera fase de ensayos clínicos que
requerirá miles de voluntarios”, señaló Cozza Buccaro en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
Por otro lado, el grupo de WeiChen de Wuhan reportó los resultados de un estudio llevado a cabo
durante 28 días, en el que se aplicó una sola dosis de la vacuna, pero a dos concentraciones del
adenovirus utilizado, el que también contenía los genes de las proteínas espiga del SARS-CoV-19.
Del estudio participaron 508 voluntarios, entre 18 y 83 años, recibiendo la vacuna 382 y placebo
126.
“El 96 por ciento de las personas que recibieron la vacuna produjeron anticuerpos que
neutralizaron totalmente al virus SARS-CoV-19 en ensayos, mientras que el 90 por ciento
manifestó actividad de los linfocitos T, también conocido como Inmunidad Celular”, indicó Cozza
Buccaro sobre los alentadores resultados de los estudios preliminares.
Si bien en ninguna de las dos vacunas se presentaron efectos adversos fuertes o que
comprometiesen la salud de la persona que la recibía, el profesor del Departamento de Ciencias
de la Salud señaló que “en ambos casos, se han reportado síntomas adversos tales como fiebre
leve, fatiga, picazón, dolor de cabeza y dolor en el lugar de la inyección de la vacuna, pero en
forma leve, tal que todo fue eliminado o fuertemente disminuido con paracetamol”.
A su vez, agregó: “Los resultados que tenga la vacuna no dependen del sexo de la persona, pero sí
se sabe que hay una respuesta un poco menor en los mayores de 55 años. Por otra parte, todavía
no hay datos que confirmen diferencias sobre gente que tenga patologías previas. Todo esto se
verificará en la fase 3”
Una solución en etapas con desafíos pendientes
Cozza Buccaro explicó que, luego de las pruebas iniciales en células aisladas o en animales, las
vacunas deben transitar tres fases que difieren en los objetivos y las características de cada una y
en el número de personas que forman parte del grupo de prueba: decenas de personas para la
Fase 1, centenares para la Fase 2, y miles de personas para la Fase 3.
Ambas vacunas iniciarán prontamente la tercera y última fase, etapa que estiman terminará en
septiembre del corriente año. Los investigadores esperan con ansias esta instancia, ya que todavía
quedan muchas cuestiones por definir en cuanto a la cantidad de dosis, la concentración más
efectiva, resultados ante factores étnicos, durabilidad de la estimulación de los anticuerpos, entre
otras.
Para los investigadores consultados, todos estos desarrollos son de por si novedosos porque han
utilizado una técnica relativamente nueva. “Hay varias formas de producir una vacuna. Una de las
más usadas consiste en hacer una preparación con el propio virus pero que está inactivo y no
produce la enfermedad”, explica el doctor en Química Biológica.
“En estos casos, se utiliza como vector un adenovirus, es decir un virus cuyo material genético es
ADN, inocuo para el organismo, al que, mediante ingeniería genética, se le sacaron los genes para
reproducirse y se le introducen genes propios del SARS-CoV-19”, señaló Cozza Buccaro, quien
agregó que “de esta forma, el adenovirus entra a la célula, y produce las proteínas del SARS-CoV-
19 que luego salen de la célula, son tomadas como cuerpos extraños por el organismo y se
desencadena la activación del sistema inmunológico”.