Investigadores del Museo de La Plata realizaron el rescate de un ejemplar, posiblemente hembra,
perteneciente a la especie de osos más grande de la que se tiene conocimiento. El hallazgo se
produjo en una tosquera, a unos 150 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.
En Sudamérica, durante la edad Ensenadense que se extendió desde los 1.7 millones de años
hasta los 400 mil años antes del presente, vivieron los osos gigantes de mayor masa corporal de
los que se tiene registro. Y, hace pocas semanas, se produjo el hallazgo de un nuevo ejemplar de
esta especie –conocida con el nombre de Arctotherium angustidens– en Carmen de Areco.
El doctor Leopoldo Soilbelzon, experto en el estudio de osos fósiles y autor principal del estudio
que dio a conocer el ejemplar más grande del mundo, participó del rescate de este nuevo
espécimen. “Se trata de un individuo adulto y, por su tamaño, estimamos que se podría tratar de
una hembra”, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM.
“En vida, podría haber superado los dos metros de altura en posición erguida”, aseveró el
investigador del Museo de La Plata y del CONICET. E indicó: “Según estudios recientes, pudimos
estimar que el ejemplar más grande de esta especie podría haber alcanzado, incluso, hasta los
cuatro metros y medio de altura parado en las dos patas traseras”.
El becario doctoral Facundo Iacona, quien también fue partícipe del rescate, especificó que se ha
podido recuperar parte del cráneo y algunas vértebras de este animal. “Esto fue posible gracias a
que tanto el operario de la máquina retroexcavadora que hizo el hallazgo, Ramón Garicox, como
los dueños de la cantera, con muy buen criterio y haciendo lo que se tiene que hacer en estos
casos, denunciaron la aparición de estos fósiles al Centro de Registro del Patrimonio Arqueológico
y Paleontológico de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural”, valoró.
De inmediato, la Dirección Provincial se comunicó con el Museo de La Plata para que se efectuara
la labor de rescate. De esta forma, esta osa gigante, tras la preparación de sus restos, quedó
alojada en el Museo Histórico de Carmen de Areco, donde, en algunos meses, podrá comenzar a
ser visitada por estudiantes de distintas escuelas y por los habitantes de dicha ciudad y
alrededores.
Durante cientos de miles de años, este ejemplar estuvo enterrado a unos ocho metros de
profundidad. “Si bien se encontró solamente el cráneo y unas vértebras, probablemente, había
otras partes de su cuerpo en el sitio, pero como fue desenterrado por una máquina excavadora,
otros fragmentos pueden haberse perdido”, consideró Soibelzon.
Facundo Iacona relató que, una vez en el sitio, lo primero que hicieron fue recolectar los
fragmentos que se encontraban dispersos. “Luego, vimos el cráneo, y se observaba parte del
maxilar con dientes, y establecimos los límites del cráneo teniendo en cuenta que se trataba de un
Arctotherium angustidens, también conocido con el nombre de osos de rostro corto”.
Posteriormente, los paleontólogos armaron lo que se conoce con el nombre de bochón, a través
del cual se le dio una forma de hongo al sedimento que contenía al fósil y se protegió al material
durante la extracción y hasta su traslado al Museo de Carmen de Areco.
“Además de la importancia científica que tiene este material, que quedará disponible en el Museo
para futuras investigaciones, también tiene un valor patrimonial, ya que permite a la comunidad
conocer una parte de la prehistoria de la región”, manifestó Iacona.
El doctor Soibelzon precisó que “sólo se han encontrado ejemplares de esta especie de osos rostro
corto en la región pamepeana y en Tarija, Bolivia; no fueron hallados en ningún otro lugar hasta el
momento”.
La preparación de los restos fósiles
Una vez extraído el fósil, se efectuó la tarea de preparación de estos restos, de la cual se encargó
David Piazza, colaborador del Museo Argentino de Ciencias Naturales y quien también colabora
con el doctor Leopoldo Soibelzon del Museo de La Plata.
David Piazza relató que “una vez que el material llega a un museo o a un lugar adecuado, se
comienza con el trabajo de retirar el sedimento o roca que rodea al fósil. Para eso, se utilizan
distintas herramientas. A veces, puntas; a veces, cinceles, dependiendo de la dureza del sedimento
en el cual está contenido el fósil”.
“En la región pampeana, los sedimentos se desgranan con bastante facilidad por lo general y, al
tiempo que se va retirando la roca, también vamos utilizando distintos productos químicos para
poder endurecer al fósil”, detalló Piazza. Y agregó: “En este caso, la preparación fue rápida. Duró
aproximadamente unas ocho horas y el material quedó liberado para que pueda ser aprovechado
por la comunidad de Carmen de Areco, tanto para su exhibición en el museo local como por los
investigadores que puedan estudiarlo posteriormente”.