Investigadores trabajan de forma articulada con comunidades originarias en
el contexto de la cuarentena. Buscan capitalizar las lógicas organizativas y
el patrimonio cultural indígena para problemáticas estructurales que afectan
a estos pueblos y que se potenciaron en los últimos meses.
El informe publicado en junio sobre Pueblos Originarios y
coronavirus mostró las problemáticas que sufren estas comunidades, como dificultades
para acceder al sistema de salud, déficit habitacional, falta de agua y discriminación y
violencia institucional. Cuestiones que venían desde antes, pero que se potenciaron con
el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).
En este contexto, y de forma complementaria a ese informe, un grupo de investigadores
de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) trabaja de forma articulada con
comunidades originarias para elaborar soluciones conjuntamente. “Con este proyecto,
que dirigimos junto a Alejandro Martínez, planteamos que hay una necesidad de valorar
las formas organizativas y los conocimientos de las comunidades y pueblos indígenas,
subrayando su lógica colectivo-comunitaria”, señaló a la Agencia CTyS-UNLaM
Carolina Maidana, integrante del Laboratorio de Investigaciones en Antropología Social
(LIAS) de la UNLP y directora del proyecto.
La propuesta de la UNLP fue uno de los 137 proyectos seleccionados por la
convocatoria “Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades
en Ciencia y Tecnología COVID-19” y está integrado por investigadores, docentes,
becarios/as, estudiantes y referentes de tres comunidades: qom, avá guaraní y tonocoté.
Las dos primeras son de la periferia platense y, la tercera, de Florencio Varela.
El grupo de investigación buscará, junto a las comunidades, debatir e identificar
problemáticas para luego poder definir políticas públicas que atiendan las necesidades y
los derechos de los Pueblos Originarios.
“Planteamos la importancia de generar mecanismos de participación, mediante los
cuales las organizaciones de pueblos indígenas puedan vincularse con los distintos
funcionarios y técnicos de la administración pública”, afirmó Maidana, al tiempo que
remarcó la importancia de “pensar en políticas públicas que tengan en cuenta las
particularidades socioculturales, económicas y ambientales”.
El desafío de erradicar prejuicios y problemas estructurales
Según el último Censo Nacional, alrededor de un millón de habitantes de Argentina se
reconocen como Pueblos Originarios. En la región Metropolitana de Buenos Aires, esa
cifra llega a 250 mil personas, pertenecientes a algunos de los 40 pueblos indígenas que
actualmente se reconocen en nuestro país. El problema, señala la investigadora, es que
esta presencia muchas veces no es reconocida.
“Hay un fuerte prejuicio de que los pueblos originarios ‘no existen más’ o que sí los hay
pero en áreas rurales. Es necesario revisar esos imaginarios y factores que conducen al
racismo. El capitalismo se ha valido de ese proceso para poder expropiar territorios
indígenas al descalificarlos, considerarlos inferiores o directamente negarlos”, analizó
Maidana, investigadora del CCT- CONICET La Plata.
Con la llegada del ASPO, algunas problemáticas se acentuaron. “Son cuestiones que ya
venían de antes, pero de alguna forma se exacerbaron. En el AMBA en particular, lo
que notamos fue que se paralizó enormemente el empleo informal, que es uno de los
principales ingresos de las comunidades. También quedó en evidencia el hacinamiento o
las dificultades para acceder a la entrega de alimentos y medicamentos”, señaló la
antropóloga.
Un protocolo para ofrecer soluciones
Tanto este proyecto de investigación como todos los vínculos que se tendieron entre
investigadores y comunidades originarias en tiempos de pandemia no son nuevos.
Fundado a mediados de los ’90, el LIAS nació a partir del acompañamiento a un
proyecto de autoconstrucción de viviendas de familias qom, en la periferia de La Plata.
“La directora del laboratorio, Liliana Tamagno, fue la que inició ese acompañamiento a
través de un proyecto de extensión de la UNLP que incluía hacer un seguimiento
audiovisual de cómo se gestaba la autoconstrucción”, rememoró Maidana. El proyecto,
finalmente, terminó con 36 unidades habitacionales realizadas y pudo plasmar la lógica
comunitaria que caracteriza a este colectivo.
“Ese fue el punto de partida. A lo largo de estos casi 30 años, fueron muchos los
proyectos financiados por la UNLP, por el CONICET y por el MINCyT. Proyectos,
además, que nos permitieron compartir espacios de reflexión, jornadas, talleres y trabajo
en conjunto con las comunidades. El vínculo se fue haciendo cada vez más fuerte, y
generando a su vez diálogo con otras comunidades y obteniendo una verdadera
producción conjunta de conocimiento”, amplió Maidana.
Uno de los hitos recientes del LIAS, dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de la UNLP, fue la realización de un protocolo de actuación, presentado en 2017
a partir del vínculo con la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
“El protocolo tiene una serie de consideraciones que fuimos elaborando a lo largo de
este recorrido junto a los pueblos originarios y nos permite hacer una serie de
recomendaciones a la hora de abordar la cuestión indígena”, detalló la investigadora.
Este protocolo y otras herramientas legales, considera Maidana, son esenciales para
poder reconocer el patrimonio cultural de estos pueblos. “Es clave reconocer las
potencialidades de aprovechar todo ese patrimonio para ofrecer soluciones en tiempos
de pandemia. Necesitamos considerar los distintos saberes y buscar una acción
mancomunada, con interculturalidad, para aportar a las acciones que se vienen
gestionando desde el Estado”, puntualizó.
Nicolás Camargo Lescano: Agencia CTyS-UNLaM-